viernes, 11 de julio de 2014

La Desencarnación (Muerte Física)


Muchas son las personas que se preguntan que es lo que ocurre justo después de la desencarnación, es decir, después de la muerte del cuerpo físico, pues bien, leamos la observación del Maestro de Lyon, tras haber preguntado y obtenido respuestas de los Espíritus Superiores:

"En el momento de la muerte todo es al principio confuso. Hace falta al alma algún tiempo para recobrarse. Se halla como aturdida, al igual que el estado de un hombre que saliera de un sueño profundo y que tratara de darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado le vuelven conforme se va borrando el influjo de la materia de que acaba de desembarazarse, y a medida que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos.

La duración de la turbación que sigue a la muerte es muy variable. Puede ser de unas pocas horas como de varios meses, y hasta de muchos años. Aquellos en quienes es más breve son los que se han identificado en vida con su estado futuro, por cuanto comprenden de inmediato su situación.

La turbación presenta circunstancias particulares, de acuerdo con el carácter de cada individuo y, sobre todo, según el tipo de muerte experimentada. En las violentas, producidas por suicidio o suplicio, accidente, apoplejía o heridas, etcétera, el Espíritu se encuentra sorprendido, asombrado, y no cree haber muerto. Así lo sostiene con terquedad.

No obstante, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo, y no comprende que se haya separado de él. Acude junto a las personas a quienes profesaba afecto, les habla y no comprende por qué ellas no le oyen. Esa ilusión dura hasta que el desprendimiento del periespíritu se ha consumado. Sólo entonces el Espíritu se recobra y comprende que ya no forma parte de los vivientes. Este fenómeno se explica con facilidad. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu está aturdido por el brusco cambio que en él se ha operado. Para él, la muerte sigue siendo sinónimo de destrucción, de aniquilamiento.

Ahora bien, como quiera que piensa, ve y entiende, en su opinión no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que se ve dueño de un cuerpo similar al anterior, por su forma, pero cuya etérea naturaleza no ha tenido todavía tiempo de estudiar. Lo cree sólido y compacto como lo era el primero, y cuando se le llama la atención sobre este punto se asombra de no poder palparlo. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos noveles, que no creen estar dormidos. Para ellos, el sueño es sinónimo de suspensión de las facultades. Y puesto que piensan libremente y ven, en su concepto no se hallan dormidos.

Algunos Espíritus presentan esta particularidad, aun cuando la muerte no los haya sorprendido en forma imprevista. Pero sigue siendo una particularidad más general en aquellos que, aunque enfermos, no pensaban que morirían. Se ve entonces el singular espectáculo de un Espíritu que asiste a su funeral como si se tratara del de un extraño, y hablando de él como de una cosa que no le concierne, hasta el momento en que comprende la verdad.

La turbación que sigue a la muerte no tiene nada de penoso para el hombre de bien. Es tranquila y semejante en todo a la que acompaña a un despertar apacible. En cambio, para aquel cuya conciencia no es pura, está llena de ansiedad y de angustias, que aumentan a medida que va comprendiendo su situación.

En los casos de muerte colectiva se ha observado que todos los que perecen al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver de inmediato. En la turbación que sigue a la muerte, cada cual va por su lado, preocupándose tan sólo de aquellos que le interesan."

Allan Kardec 

Comparto con vosotros una escena de un pasaje del libro "Obreros de la vida eterna" (pichad sobre el título del libro, si os interesa leerlo o descargarlo directamente, desde la web de la Federación Espírita Española) de la autoría del Espíritu André Luiz y psicografiado por el médium brasileño Chico Xavier, pinchad sobre el siguiente enlace para ver la escena en YouTube:

domingo, 6 de julio de 2014

Ley de Causa y Efecto

  • ¿Qué es Causa y Efecto?
La causa de algo es el agente que provoca un resultado, es decir, el efecto.

Haremos referencia a la pregunta nº 1 de "El Libro de los Espíritus", cuando el Codificador, preguntó a los Espíritus Superiores "¿Qué es Dios?", y ellos entonces respondieron: "Dios es la inteligencia suprema, la causa primera de todas las cosas." Así, todo lo que vemos o conocemos, o todo lo que existe en los planos físico y espiritual son "efectos" de la "causa mayor" que es Dios.

Por lo tanto, la "Causa y Efecto" es una ley universal.
  • ¿Existe diferencia entre Ley de Causa y Efecto, y Karma?
En el Espiritismo, el concepto del Karma es conocido como Ley de Causa y Efecto (puesto que esa palabra del sánscrito, no aparece en la Codificación) y juega un papel central en la determinación de cómo se debe vivir la vida. Los Buenos Espíritus animan a elegir cómo y cuándo llevar a cabo nuestras pruebas, y a sufrir represalias por el mal que hicieron en vidas anteriores. Por ejemplo, una discapacidad física o mental es debido a los malos actos que un espíritu comete antes de reencarnar (es decir, antes de volver a una nueva vida).
  • ¿Existe alguna causa, o acción practicada por el hombre, que vaya en contra del libre albedrio?
Conforme a la pregunta 847 de "El Libro de los Espíritus", la persona que por ventura había sido en otra existencia, orgullosa o había hecho mal uso de sus facultades, por el libre albedrio, puede renacer en el cuerpo de un idiota, es decir, debilitado mentalmente, cuya inteligencia se encuentra turbada y ya no es dueño de su pensamiento; o un millonario egoísta, renacer como un mendigo, ect. El espíritu, por tanto, sufre concientemente este cambio. Es el caso de las expiaciones físicas (orgánicas), también aclaradas en la pregunta 851 de "El Libro de los Espíritus".
  • ¿Cuáles son las causas determinantes de las aflicciones de la Humanidad?
Son aflicciones de la Humanidad: la violencia (principalmente guerras), uso incontenido de las drogas, desatinos sexuales, miseria y hambre y otros vicios; son actos que degradan a las personas que lo practican y transfieren a los semejantes grandes sufrimientos.

Las raíces de estos males son profundas: la injusticia, la codicia, el alejamiento de la criatura de su creador... En resumen, la ignorancia de los espíritus poco evolucionados.

El Espiritismo es la doctrina que aclara, encamina y nos libera de la ignorancia. Cuando empecemos a comprender que la conquista de la felicidad comienza en la práctica del bien, en los gestos de dar y no querer recibir nada a cambio, iniciaremos el proceso de liberación de los vicios y de los sufrimientos que fustigan a la sociedad humana.
  • ¿Por qué los hombres virtuosos sufren al lado de los malos que prosperan?
Dios quiere que todas las criaturas progresen. Pero cada infracción de su ley acarreará consecuencias, y no muy agradables. Por tanto, es deducido que el ser humano debe corregir sus faltas (él mismo). El sufrimiento es siempre una advertencia de que procedió mal, es una diferencia existente entre el bien y el mal, y la necesidad de mejorarse para, en un futuro, evitar las causas que le originó las amarguras. El hombre, pues, no siempre corrige su error completamente, en una sola existencia, pero no se escapa nunca de sus faltas.

Aquel que sufre sin ningún motivo aparente, trae consigo causas de una vida pasada, o causas anteriores a la existencia presente.

Puede también un espíritu haber llegado a un grado elevación, deseoso de adelantarse más, solicitar una misión, o una tarea a ejecutar, por la cuál, tanto más recompensado será mientras más dura haya sido la lucha que ha llevado con resignación.
  • ¿Por lo que ya sabemos hasta aquí, toda acción, que es una causa, da origen a un efecto; la omisión y la ociosidad también puede causar dañosos al hombre?
La Doctrina Espírita nos enseña, que la Ley de Causa y Efecto es dinámica. Lo que importa es que hagamos el bien; o sea, si no se hace el bien, ni el mal, no quiere decir que nos estamos comportando bien; es decir, si no practicamos el mal, y dejamos de practicar el bien por omisión u ociosidad, vamos a caer en el error.

Esta filosofía, que es consoladora y orientadora, dice, con todo, que nunca es tarde para recomenzar, y nos enseña:

"Ningún hijo de Dios fue creado para perderse o destruirse. Por más que se aproxime el comportamiento humano de las bajezas y de las acciones viles, habrá siempre la oportunidad de la reparación. La misericordia divina no tiene límites, ni la sabiduría infinita jamás será imposibilitada de ejercer su soberana y amorosa justicia".