domingo, 6 de julio de 2014

Ley de Causa y Efecto

  • ¿Qué es Causa y Efecto?
La causa de algo es el agente que provoca un resultado, es decir, el efecto.

Haremos referencia a la pregunta nº 1 de "El Libro de los Espíritus", cuando el Codificador, preguntó a los Espíritus Superiores "¿Qué es Dios?", y ellos entonces respondieron: "Dios es la inteligencia suprema, la causa primera de todas las cosas." Así, todo lo que vemos o conocemos, o todo lo que existe en los planos físico y espiritual son "efectos" de la "causa mayor" que es Dios.

Por lo tanto, la "Causa y Efecto" es una ley universal.
  • ¿Existe diferencia entre Ley de Causa y Efecto, y Karma?
En el Espiritismo, el concepto del Karma es conocido como Ley de Causa y Efecto (puesto que esa palabra del sánscrito, no aparece en la Codificación) y juega un papel central en la determinación de cómo se debe vivir la vida. Los Buenos Espíritus animan a elegir cómo y cuándo llevar a cabo nuestras pruebas, y a sufrir represalias por el mal que hicieron en vidas anteriores. Por ejemplo, una discapacidad física o mental es debido a los malos actos que un espíritu comete antes de reencarnar (es decir, antes de volver a una nueva vida).
  • ¿Existe alguna causa, o acción practicada por el hombre, que vaya en contra del libre albedrio?
Conforme a la pregunta 847 de "El Libro de los Espíritus", la persona que por ventura había sido en otra existencia, orgullosa o había hecho mal uso de sus facultades, por el libre albedrio, puede renacer en el cuerpo de un idiota, es decir, debilitado mentalmente, cuya inteligencia se encuentra turbada y ya no es dueño de su pensamiento; o un millonario egoísta, renacer como un mendigo, ect. El espíritu, por tanto, sufre concientemente este cambio. Es el caso de las expiaciones físicas (orgánicas), también aclaradas en la pregunta 851 de "El Libro de los Espíritus".
  • ¿Cuáles son las causas determinantes de las aflicciones de la Humanidad?
Son aflicciones de la Humanidad: la violencia (principalmente guerras), uso incontenido de las drogas, desatinos sexuales, miseria y hambre y otros vicios; son actos que degradan a las personas que lo practican y transfieren a los semejantes grandes sufrimientos.

Las raíces de estos males son profundas: la injusticia, la codicia, el alejamiento de la criatura de su creador... En resumen, la ignorancia de los espíritus poco evolucionados.

El Espiritismo es la doctrina que aclara, encamina y nos libera de la ignorancia. Cuando empecemos a comprender que la conquista de la felicidad comienza en la práctica del bien, en los gestos de dar y no querer recibir nada a cambio, iniciaremos el proceso de liberación de los vicios y de los sufrimientos que fustigan a la sociedad humana.
  • ¿Por qué los hombres virtuosos sufren al lado de los malos que prosperan?
Dios quiere que todas las criaturas progresen. Pero cada infracción de su ley acarreará consecuencias, y no muy agradables. Por tanto, es deducido que el ser humano debe corregir sus faltas (él mismo). El sufrimiento es siempre una advertencia de que procedió mal, es una diferencia existente entre el bien y el mal, y la necesidad de mejorarse para, en un futuro, evitar las causas que le originó las amarguras. El hombre, pues, no siempre corrige su error completamente, en una sola existencia, pero no se escapa nunca de sus faltas.

Aquel que sufre sin ningún motivo aparente, trae consigo causas de una vida pasada, o causas anteriores a la existencia presente.

Puede también un espíritu haber llegado a un grado elevación, deseoso de adelantarse más, solicitar una misión, o una tarea a ejecutar, por la cuál, tanto más recompensado será mientras más dura haya sido la lucha que ha llevado con resignación.
  • ¿Por lo que ya sabemos hasta aquí, toda acción, que es una causa, da origen a un efecto; la omisión y la ociosidad también puede causar dañosos al hombre?
La Doctrina Espírita nos enseña, que la Ley de Causa y Efecto es dinámica. Lo que importa es que hagamos el bien; o sea, si no se hace el bien, ni el mal, no quiere decir que nos estamos comportando bien; es decir, si no practicamos el mal, y dejamos de practicar el bien por omisión u ociosidad, vamos a caer en el error.

Esta filosofía, que es consoladora y orientadora, dice, con todo, que nunca es tarde para recomenzar, y nos enseña:

"Ningún hijo de Dios fue creado para perderse o destruirse. Por más que se aproxime el comportamiento humano de las bajezas y de las acciones viles, habrá siempre la oportunidad de la reparación. La misericordia divina no tiene límites, ni la sabiduría infinita jamás será imposibilitada de ejercer su soberana y amorosa justicia".

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