domingo, 22 de noviembre de 2015

"Considerando el Miedo"


"Ninguna cosa se te figure terrible.

 La vida son las experiencias victoriosas o no, que te enseñen adquisiciones para el equilibrio y la sabiduría.

No sufras, por tanto, por anticipación, no permitas que el fantasma del miedo te perturbe el discernimiento ante los cometidos útiles, o te asuste, generando perturbación y recelo injustificado.

Cuando tememos algo, nos dejamos dominar por fuerzas desconocidas de la personalidad, que instalan lamentables procesos de distonía nerviosa, avanzando para el desarreglo mental.

Los acontecimientos son conforme ocurren y como tal deben ser enfrentados: el miedo agranda los contornos de los hechos, volviéndolos falsos y exagerando el significado.

Predispone mal, desgasta las fuerzas y conduce la situación perjudicial bajo cualquier aspecto que se considere. 

Lo que se teme, raramente ocurre como se espera, incluso porque las interferencias Divinas siempre atenúan los dolores, hasta cuando no son solicitados.

El miedo invalida la acción benéfica de la oración, esparce pesimismo, precipita en abismos.

Un hecho examinado bajo la constricción del miedo, no se caracteriza, un concepto suena falso, un socorro no alcanza con seguridad.

La persona con miedo, arremete o huye, exagera o se exime de la iniciativa feliz, se vuelve difícil de ser ayudada y contamina, muchas veces, otras menos robustas en la convicción interna, desesperándolas, también.

El miedo puede ser comparado a la sombra que altera y dificulta la visión real.

Es necesario combatirlo sistemáticamente, continuamente.

Dolencias, problemas, noticias, viajes, revoluciones, el porvenir no los temas.

Nunca serán conforme supones.

Una actitud calma, ayuda la aceptación de posición para cualquier hecho aguardado o que surge inesperadamente.

No son peores unas enfermedades que otras. Todas hacen sufrir, especialmente cuando se las teme y no se hace valiente para recibirlas con elevada posición de confianza en Dios.

Los problemas constituyen recursos que la vida dispone para seleccionar los valores humanos, y elegir los verdaderos de los falsos luchadores.

Las noticias traen informes que, sean trágicos o benéficos, no modifican, sino, la estructura de una irrealidad que se va a vivir.

Los viajes tienen su final, y recelar accidentes, aguardándolos, exagerar cuidados, ciertamente no impiden que el hombre sea bien o mal exitoso.

Las revoluciones y guerras que alcanzan a buenos y malos, están en relación a la violencia del propio hombre que, vencido por el egoísmo, explota agresividad, gracias a los sentimientos predominantes en su naturaleza animal.

Nadie puede prever lo imprevisto o evadirse a la necesaria coyuntura cármica para el acierto con las leyes superiores de la evolución.

Prudencia, sí, es medida cautelosa e impostergable, para evitar daños innecesarios.

Al final, en base al miedo, se debe considerar que lo peor que puede suceder a alguien, es la venida de la desencarnación. Si eso ocurre, no hay, aun, porqué temer, ya que morir es vivir. 

El único cuidado que conviene examinar, es al respecto de la situación interior de cada uno delante de la conciencia, al prójimo, la vida y a Dios.

En base a eso, en vez del sistemático cultivo del miedo, una disposición de trabajo arduo y valiente, confianza en Dios, a fin de enfrentar bien y últimamente toda y cualquier cosa, hecho, circunstancias, desdicha... 

Entréguese al fervor del bien expulsa del alma las artimañas de la inferioridad espiritual. Haz luz íntima y los recelos fundados tocaran en retirada.

La responsabilidad te dará motivos para preocupaciones, en cuanto el miedo minimizará tus probabilidades de éxito.

Jesús, culminando la tarea de construir en los tibios corazones humanos la ventura y la paz, diligentes por las notoriedades de la locura en ambos lados de la vida, inocente y pulcro, no temió ni se afligió, enseñando cómo debe ser la actitud de todos nosotros, en relación a lo que nos ocurre y de que necesitamos para alcanzar la glorificación interior."


Libro: "Leyes Morales de la Vida"
Joanna de Ângelis & Divaldo P. Franco
Traducción: Isabel Porras

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