lunes, 23 de noviembre de 2015

El Síndrome de Peter Pan


El novelista y dramaturgo escocés James Matthew Barrie, creó a principios del siglo XX el personaje de Peter Pan, y aunque la gran mayoría de nosotros lo conozcamos por el famoso cuento, en sus orígenes, este personaje formaba parte de una obra de teatro llamada "Peter Pan y Wendy". El tema principal de la obra es que el joven Pan era un niño que no quería crecer, pues quería evitar las molestias de la vida adulta: las responsabilidades, el sufrimiento...

Hoy, el "Síndrome de Peter Pan" se ha convertido en un término psiquiátrico utilizado para describir a un adulto que se preocupa por los compromisos, y se niega a actuar de acuerdo a su edad, para madurar. La responsabilidad es una palabra que duele para muchos jóvenes en estos días y la madurez parece un sinónimo de la tristeza que proporciona una prisión. Todo parece más ligero, más fácil cuando uno se refugia en el "País de Nunca Jamás", o cualquier otro lugar ficticio creado por nuestra mente.

No hay nada malo en querer mantener parte de ese niño que un día fuimos, en tener un alma soñadora, imaginativa y creativa. Sin embargo, el ver la vida como una responsabilidad seria, puede traer una gran cantidad de daños al Espíritu en su progreso.

¿Por qué tener miedo de la responsabilidad y del compromiso? Son las leyes de la naturaleza y se requieren cambios en la vida. Y la responsabilidad no tiene por qué ser vista como algo pesado, doloroso, que restringe nuestra libertad. Por el contrario: cuanto más responsables y hacedores de nuestros deberes seamos, más libres llegaremos a ser.

Ser responsable es llegar a ser capaces de responder por nuestras acciones y también poder justificar nuestras razones. Por lo tanto, es la Ley Natural. Eludir la responsabilidad es intentar escapar de las Leyes Divinas. Es como si nos atreviésemos a decir una mañana: <<Hoy no me veré influído por la fuerza de la gravedad.>>

No hay escape, si la rendición de cuentas no se genera en una existencia, por la Ley de Causa y Efecto, ese escape sólo será temporal, pues la responsabilidad se pospondrá para expiarlas junto con los nuevos compromisos adquiridos.

Debido a esto hay que preguntarles a todos los que quieren escapar de la Ley Divina: ¿De qué sirve huir? ¿Para qué posponer?

La vida adulta no tiene que ser enfrentada con pena, miedo y amargura. Nuestra parte de niño -no la que no quiere crecer, sino la que no quiere vivir amargada- siempre nos ayudará a ver los eventos por el lado bueno de las cosas. Traerá el humor sano, facilidad en las relaciones con los demás, un corazón abierto sin las manchas de los prejuicios, una sonrisa constante de gratitud por la oportunidad de vivir...

Podemos tomar de la simpatica figura de Peter Pan, la ligereza de sus vuelos y esa parte de niño que nos ayuda a no renunciar de los sueños deseados, intentando sacar la parte positiva de todas épocas de nuestra vida.

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