miércoles, 27 de mayo de 2015

Psicogénesis de la Ansiedad


Según el "Minidiccionario Sacconi de la Lengua Portuguesa", ansiedad significa “inquietud o dolor del espíritu causado por impaciencia o incertidumbre; nostalgia, aflicción.”.
El hombre terreno se acerca a la Era del Espíritu. En la actualidad, la ansiedad es un grave factor de perturbación y desequilibrio, siendo producto de conflictos íntimos entre tendencias y deseos inferiores (poder, hostilidad, agresividad, codicia, avaricia, envidia) que, al llegar a la consciencia para entrar en actividad, chocan con las nociones que proponen el buen sentido moral. No habiendo éste, la persona es insensible, fría, indiferente. Son los sentimientos de altruismo y deber, las aspiraciones de elevación espiritual y otros los que dan origen a la inquietud interior.
La ansiedad, siendo producto de conducta errónea, es una reacción saludable que, como forma de aflicción, estimula a buscar solución para el mal espiritual, retratando las desobediencias a la Ley Divina, en el curso de las cuales otras personas fueran seriamente perjudicadas. El trastorno de la ansiedad representa un miedo a no se sabe qué, un peligro interno, subjetivo, diferente de la ansiedad de adaptación, que tiene una razón objetiva, externa. En el trastorno de la ansiedad, la persona no sabe referenciar porque permanece ansiosa. Innumerables síntomas orgánicos y psíquicos puede ocurrir simultáneamente.
El miedo a no se sabe a qué, ocurre porque la persona trae en sí sentimientos contrapuestos, ambiguos, que van a repercutir en el cerebro, presentando síntomas físicos, como dolor en el pecho, aumento de la tensión arterial, taquicardia, mareos, dolor de cabeza, cefaleas, falta de aire, nudo en la garganta, nudo en el estómago, síntomas digestivos (diarreas, dolores estomacales etc.), y psicológicos, como depresión, fobias, insomnio, perdida de concentración y memoria, despersonalización, falta de realización, trastorno obsesivo compulsivo, hiperestesias (sensibilidad exacerbada a un estímulo recibido).
De cualquiera de los síntomas psíquicos pueden ocurrir otros. Una despersonalización, por derivados ejemplos, puede evolucionar para una situación anti social, tipo psicosis; una fobia puede manifestarse como trastorno físico, el llamado síndrome del pánico, por ejemplo, que es una exacerbación del síntoma; una pérdida de concentración o memoria, de repente, puede ser diagnosticada como un déficit de atención, que también puede ser derivado de la ansiedad; en las hiperestesias, en la persona queda muy irritada, puede llegar a la violencia, queda con los órganos sensoriales a flor de piel, en un circuito sensitivo, que puede o no avanzar hacia una disociación mental, en la que el individuo estaría caminando para una situación de boderline.
Esta hiperestesia ya sería el status medúmnico, cuando se dice que la persona está con los nervios a flor de piel, ya que está a merced de la actividad sensorial. Es la hiperestesia la que va hacer con que la persona entre en conexión mediúmnica. Como la sintonía de la persona no es buena, esa conexión no es positiva. ¿Y qué va ocurrir? Pues que esa conexión mediúmnica amplifica los síntomas. Es fundamental recordar que, cuando una persona tiene un problema psicológico, ella irradia una sintonía mental. El pensamiento tiene una determinada amplitud de onda y frecuencia, que va entrar en fase de acoplamiento con otras mentes que tiene aquel mismo patrón vibratorio. Luego, el problema psíquico inicial pasará a ser mucho mayor, será intensificado debido a las influencias mediúmnicas (espirituales), cuando ocurre un alargamiento de la percepción, captando la realidad metapsíquica.
El efecto mediúmnico provoca un efecto superlativo. Amplifica lo que la persona está centrando en ella, pudiendo llegar, en caso negativo, al punto de perder el control. Esa exacerbación puede llegar al extremo, de llevar a situaciones graves, tales como la violencia, el suicidio, homicidio, etc. También es posible considerar, en el caso de la hiperestesia exacerbada, que ella puede derivar en una despersonalización, resultando una fragmentación, un desdoblamiento medúmnico, así como la pérdida de contacto con la realidad, como consecuencia de la despersonalización. La persona se desconoce a sí misma, teniendo una sensación bastante desagradable, molesta.
Vemos que el trastorno de la ansiedad se presenta en la raíz de numerosas psicopatologías o trastornos psiquiátricos. André Luiz, en "Nuestro Hogar", elucida que los miedos tienen profundas raíces en el alma. Nos estamos aproximando a una era en que la medicina tendrá dominio sobre las dolencias orgánicas, mientras las molestias psíquicas aumentan, con probabilidad de haber un sobresalto de las tendencias infelices del Espíritu, manifestándolas de forma variada. Para muchos, las perturbaciones desaguan en el sistema límbico, generando los disturbios emocionales, que representan la inquietud y la perturbación interior del hombre, comprendiendo la ansiedad patológica, que es siempre la desconexión con el sentido más profundo de la Vida y de las circunstancias.
Es necesario salir de la visión académica y ver el hombre y la vida de una forma fragmentada. Somos seres espirituales, practicando en cuerpo energéticos. La mayoría de las dolencias son señales de la escasez evolutiva del Espíritu, teniendo como origen alguno de los vicios derivados del egoísmo. El tratamiento de la ansiedad pasa por la espiritualización del ser y, en ese campo, el Espiritismo hace una gran contribución, al elucidar y evidenciar que no somos el cuerpo, y sí almas inmortales en tránsito para la perfección, pues la vida continúa después de la muerte del cuerpo orgánico. Nos propone conocer la verdad, direcciona para la verdadera transformación, la que libera y promueve la consciencia para el nivel despierto. La verdadera consciencia es resultado de la experiencia con Dios.


Evanise M. Zwirtes 
-Psicoterapeuta-
(Texto extraído del “Periódico de Estudios Psicológicos”)

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