viernes, 5 de febrero de 2016

Culpa


"Al huir del deber nos precipitamos en el sentimiento de culpa, del cual se origina el remordimiento, que con sus múltiples manifestaciones inserta brechas de sombra en los tejidos sutiles de nuestra alma.
Por otra parte, el arrepentimiento sin cesar fortalecido por los reflejos del recuerdo amargo, se transforma en un absceso mental que nos envenena poco a poco, y expulsa a su alrededor la corriente impregnada con los miasmas de nuestra vida íntima, que intoxica la respiración espiritual de quien convive con nosotros.
Igual que el imán, que posee un campo magnético específico, cada criatura es portadora de un halo o aura de fuerzas creadoras o destructivas, que determinan su índole según el haz de rayos invisibles que lanza de sí misma. Es por medio de ese halo que establecemos lazos de naturaleza invisible, dentro de los dominios de la afinidad.
Debido a que la onda mental actúa en régimen de circuito, por medio de ella incorporamos, cuando estamos moralmente desalentados, los principios corrosivos que emanan de todas las inteligencias encarnadas o no encarnadas que se conectan con nosotros, en el ámbito de nuestra actividad e influencia.
Mientras proyectamos las energías dilacerantes de nuestro disgusto, a consecuencia de la culpa adquirida, casi siempre somos sorpresivamente visitados por una silenciosa argumentación interior que convierte el pesar inicialmente alimentado contra nosotros mismos, en disgusto e irritación contra los otros.
Esto se debe a que los reflejos de la falta que hemos cometido, arremolinados a nuestro alrededor, asimilan de inmediato las indisposiciones ajenas y trasladan hacia la acústica de nuestra alma todos los mensajes inarticulados de rebeldía, desánimo, angustia o desesperación, que deambulan en la atmósfera psíquica en la que respiramos.
Así es como llegamos a transformarnos en auténticos insubordinados sociales, ávidos de aislamiento, o de escándalos para alimento de la imaginación, que ha sido contagiada por las morbosas sensaciones de nuestras propias culpas.
En ese estado negativo, atormentados por las vibraciones de sentimientos y pensamientos enfermizos, desembocamos en el desequilibrio parcial o total del organismo, porque cuerpo y alma han quedado enredados en las tramas de una enfermedad cuyo diagnóstico es de los más complicados, en el terreno de la patología clásica. La noción de culpa, con su consecuente séquito de perturbaciones, actuará a través de reflejos incesantes sobre la región del cuerpo o del alma que tenga correspondencia con el motivo del remordimiento que nos aqueja. La deserción del deber a cumplir acarrea el arrepentimiento, y éste, alentado por el espíritu, se hace acompañar de consecuencias atroces, que exigen en algunas ocasiones prolongadas existencias dedicadas a un nuevo aprendizaje, con vistas a la restauración.
Cuando se ha caído en la culpa es ineludible recurrir a la puesta en práctica de la humildad, para restablecer tan pronto como sea posible nuestro equilibrio vibratorio, si no deseamos ingresar en la inquietante escuela de las prolongadas reparaciones.
Por eso mismo Jesús, no sólo como Maestro Divino sino también como Médico Sabio, nos recomendó la reconciliación con nuestros adversarios mientras nos hallamos en el camino con ellos, y nos enseñó así que la verdadera felicidad tiene por base el amor puro y el perdón sin límites."
Texto del libro "Pensamiento y Vida",
dictado por el Espíritu Emmanuel,
psicografiado por Francisco Cándido Xavier

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Mensaje sobre la Unificacion, por el Espíritu Bezerra de Menezes



"Hijos míos:

¡Jesús nos bendiga!

El momento de la cosecha está lejos. El suelo que debe ser arado aguarda a los obreros diligentes. Los cielos se mantienen en penumbras; y las dificultades, desafiantes. Es indispensable que el sembrador dé continuidad al compromiso de sembrar la palabra de luz en la tierra de los corazones. Casi en todas partes medra la cizaña amenazadora. El zarzal estrangula los brotes que comienzan a mostrar las banderas de la esperanza tras la germinación. Hoy más que nunca resultan indispensables los cuidados del riego y el abono, frente a las plagas que desde hace milenios anidan en la siembra del Bien.


Se extiende la propuesta de Jesús que la Revelación Espírita enseña. Una inmensa alegría se apodera de las mentes y los corazones que trabajan en la siembra de luz. No obstante, es necesario considerar que todo lo que crece en la superficie padece hipertrofia en lo profundo. Los ideales, a medida que se divulgan, pierden en calidad lo que ganan en cantidad.

La Tercera Revelación no es una concesión excepcional de Dios que circula entre los hombres en carácter de privilegio. Para nosotros, los espíritas de ambos planos de la vida, es una bendición y un honor vincularnos a los postulados de la Codificación Espírita, pero sobre nosotros también descansan las graves responsabilidades en torno a cómo utilizaremos esa concesión superior para que sea aceptada por las multitudes necesitadas de paz, perdidas en el abismo de sí mismas, ansiosas por encontrar el rumbo.

Una labor como la del Espiritismo, que se propone la transformación moral de la Tierra mediante la modificación interior de la criatura, es el más grandioso desafío que enfrentan la inteligencia contemporánea y los sentimientos humanos.

Es natural, hijos míos, que lluevan piedras, que haya problemas en el camino, que surjan incomprensiones, que aparezcan provocaciones de todo tipo.

Con nuestro amor y admiración por los cristianos primitivos, que se entregaron en holocausto y dieron hasta su vida física para que hoy pudiésemos gozar de la bendición del mensaje liberador, no nos podemos olvidar de la contribución que la Ley del progreso nos exige, a fin de preparar los días del mañana.

No deben extrañarnos, pues, las coyunturas difíciles, las luchas inevitables. Así, impregnados de fraternidad, de espíritu de amor, seamos nosotros quienes comprendamos a los que no nos comprenden, quienes toleremos a aquellos que no caminan con nosotros. Envolvámoslos en la tierna vibración de nuestra plegaria afectuosa, concediéndoles el derecho de ser libres en su manera de proceder, de hacernos frente e incluso de combatirnos.

Si por acaso alguien se yergue como nuestro adversario ideológico o como nuestro enemigo personal, veamos en ello la oportunidad de dar testimonio de nuestra fe. El Espiritismo de hoy y el Cristianismo de ayer nos invitan al amor, para que todos sepan definitivamente que somos discípulos de Jesús, el Amigo despreciado por el poder temporal, por las imposiciones políticas y los caprichos religiosos, pero fiel a Dios y al objetivo del trabajo al que se entregó hasta la consumación de su cuerpo.

En la actualidad no hay otra alternativa más que andar los caminos que Él recorrió.

La unificación de los espíritas es nuestro trabajo de todos los días, de todos los instantes de nuestro Movimiento. Debe ser una conquista paulatina, realizada paso a paso, y de modo urgente, porque resulta necesaria para que la fragmentación, las disensiones y el egoísmo de los individuos y de los grupos no siembren discordias graves ni amenacen el patrimonio doctrinario.

Os compete transferir a las generaciones venideras, con la misma pulcritud con que lo recibisteis, el patrimonio espírita legado por los Benefactores de la humanidad y codificado por el ilustre Allan Kardec, a fin de preparar a esas generaciones nuevas que nos sucederán en la jornada de construcción del mundo nuevo.

Depositad en sus corazones infantiles la palabra de orden, el amor a la propuesta de liberación, la educación, para que la sabiduría guíe sus pasos en la Era Nueva que se aproxima.

Perseverad con espíritu de combate, pero sin las armas fraticidas, equipados con los admirables recursos del amor, la solidaridad y la caridad.

La cosecha aún no está a la vista.

Uníos amándoos los unos a los otros, incluso cuando discrepéis en vuestras observaciones, en vuestros puntos de vista, pero firmes en los ideales estructurales de los postulados espíritas expuestos en la Introducción de la obra básica: El Libro de los Espíritus.

Que las interpretaciones no constituyan un obstáculo para alcanzar el objetivo de amor, dado que pretendemos unirnos a los que aún no conocen a Dios o se niegan a aceptarlo, a los que no forman parte de la grey en la que trabajamos o a los que se posicionan como adversarios irónicos y crueles del Cristo redivivo.

¿Cómo podríamos mantener una actitud diferente con las ovejas de nuestro propio rebaño, que momentáneamente prefieren quedarse a la espera de la voz del pastor o caminar aisladas, aunque en el mismo rumbo?

Se abren nuevos horizontes. Estamos más cerca. Entidades y criaturas, rectifiquemos nuestras aristas con el buril del diálogo, evitando la lija grosera de la acrimonia y la crítica mordaz, que solamente perturban en vez de tranquilizar y ayudar.

Reunidos, nos identificamos con el espíritu de Cristo y nos hacemos fuertes en el ideal. Separados, damos lugar a las investidas soeces del mal, que todavía predomina en nosotros mismos.

Preservemos en la mente la idea de que los mayores enemigos no están afuera, no son los que levantan el dedo y la voz acusadores, sino nuestras imperfecciones, que nos incitan a la venganza, al anatema, a herir y a tornarnos enemigos en nombre de un ideal de fraternidad.

Si no logramos tolerarnos identificados en el postulado mayor del amor, si no conseguimos respetarnos, ¿cómo tendremos el coraje de predicar la solidaridad, la tolerancia para con los demás, en nombre del trabajo de construcción del mundo nuevo?

La palabra espírita es una condecoración, que no se coloca en la indumentaria para identificar individuos, sino que se implanta en lo profundo del ser, muchas veces en las heridas abiertas en llaga viva que exudan esperanza y amor.

¡Siembra y siembra!

No importa que algunas semillas caigan en el suelo árido o en las grietas del asfalto, porque la que caiga en tierra fértil dará espigas de luz de mil granos cada una, que habrán de reverdecer al mundo.

Estáis invitados a la unión, trabajando por la unificación de las Casas Espíritas del Brasil y del Mundo.

Sed, pues, fieles hasta el fin.

No os puedo ofrecer otra alternativa.

Mucha paz, hijos míos. Eso le suplica al Señor, en nombre de los Espíritus-espíritas que aquí están presentes, el servidor humilde y paternal de siempre."

Bezerra de Menezes

domingo, 13 de diciembre de 2015

El Espírita ante el Sufrimiento


Sabemos que la Tierra es lugar de expiación y dolor, como sabemos que el dolor purifica y eleva. El dolor es uno de los medios por los que progresamos más rápidamente. ¿Cómo, pues, debemos encarar los dolores y los sufrimientos físicos de la vida? Con calma y resignación, y hasta con alegría.
 
Recordando siempre que el dolor es el camino más rápido para nuestra ascensión a las más altas regiones, y el medio más seguro de alejarnos de las veleidades humanas. Hemos visto espíritas que supieron sufrir con resignación y alegría. Empero en los momentos de paroxismo del dolor estuviesen quietos y serios, y a veces cansados, lo que es muy natural, una vez pasados esos momentos estaban relativamente tranquilos y alegres.  Y cuando la dolencia les daba treguas, mostrábanse expansivos y dispuestos a exaltar la Justicia de Dios.

Fueran pocos los que vimos. Mas lo que desencarnaran, y de los cuales pudimos saber posteriormente, se mostraban siempre en un estado muy feliz en el mundo espiritual, satisfechos por haber sabido sufrir con serenidad los dolores de la existencia material. Vimos otros espiritas que, empero aparentasen resignación, también lloraban y lamentaban sus muchos sufrimientos. Entiendo que esos espíritas no andaban bien, y no estaban libres de caer. Porque la tristeza engendra el mal humor, que puede dar lugar a la murmuración contra el destino. Y cuando llegamos a la murmuración, estamos a un paso de la revuelta. Un espíritu en ese estado revela atraso moral y desconocimiento de la ley divina.

¿Qué diríamos de un comerciante que reclamase de tener muchos negocios a realizar, ganando mucho dinero? Diríamos que era un mal comerciante, incapaz de aprovechar las buenas oportunidades. Así son los espíritas que, delante de los dolores de la vida, se entristecen o se atribulan, y a veces se rebelan. El espírita debe encarar la existencia material como un curso de pruebas de toda especie: físicas y morales, que sirven para llevarlo a un verdadero progreso. Nunca debe confundir esa existencia con la verdadera vida, mas encararla como un período de estudios y pruebas, en que se prepara con vistas a esta última, que se encuentra en la erraticidad. Cada día que pasamos en la carne corresponde a millares de años que iremos a vivir en el Espacio.

¿Qué significan, pues, estos pequeños períodos que llamamos de vida material, delante de la vida espiritual que nos aguarda? Si la ley nos obliga a sufrir, porque nada en la Creación escapa a la Justicia, debemos hacerlo con la mayor serenidad. Pues sabemos que eso constituye para nosotros un gran bien, y que llegamos a la hora de probar si el Espiritismo penetró en nuestro interior o si permanece apenas superficialmente. Si es superficial, no podemos llamarnos espíritas. Si estuviese arraigado en lo más hondo de nuestra alma, sabremos encarar las pruebas y dolores de la existencia como necesarias, y honraremos la doctrina que profesamos. Ningún espírita debe dudar de que en el Reino de Dios no se entra de sorpresa, ni se alcanza la felicidad, sino después de la purificación.

Así es, que las comodidades, las alegrías mundanas, los goces de la Tierra, no son los caminos indicados para que alcancemos la felicidad en el espacio. También no debe dudar de que, cuanto más próximo se encuentra de su felicidad espiritual, más sometido será a todas las pruebas terrenas. Basta recordar la vida de los mártires, de los justos, de los humildes y de los buenos, y compararla con la manera de vivir de los grandes del mundo, de los opulentos, de los potentados, para ver que, mientras los primeros tienen los ojos vueltos para el futuro, los segundos no ven más allá de las delicias mundanas. De eso nos da una excelente prueba el Señor y Maestro, en sus mandamientos y en sus actos. Bienaventurados los que sufren, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.

Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Estas son las palabras del Señor. Confiemos en Él. Sigamos su ejemplo. Todo espírita sometido a grandes dolores manténgase fuerte, lleno de calma, de amor al Padre, de resignación y sumisión a la Justicia Divina. Y si a veces la tentación lo envuelve, que se defienda con la oración con el amor por los que sufrieran antes que él, no olvidando jamás que, por detrás del dolor soportado con alegría y calma, vendrá la felicidad en la vida eterna.(7)

**********************************************************************************

7. Debemos recordar todavía que la revuelta aumenta el dolor, intensifica el sufrimiento, mientras la resignación favorece la acción benéfica de los Espíritus Superiores, siempre dispuestos a auxiliar a los que sufren. La oración es el gran lenitivo de los dolores sin remedio. Por ella, el espíritu en pruebas establece ligación fluídica con sus Bienhechores Espirituales, que le darán el alivio posible y la fuerza moral necesaria para soportar las pruebas hasta el fin. (N. del T.)

Miguel Vives
Extraído del libro “El Tesoro de los Espíritas”

lunes, 23 de noviembre de 2015

El Síndrome de Peter Pan


El novelista y dramaturgo escocés James Matthew Barrie, creó a principios del siglo XX el personaje de Peter Pan, y aunque la gran mayoría de nosotros lo conozcamos por el famoso cuento, en sus orígenes, este personaje formaba parte de una obra de teatro llamada "Peter Pan y Wendy". El tema principal de la obra es que el joven Pan era un niño que no quería crecer, pues quería evitar las molestias de la vida adulta: las responsabilidades, el sufrimiento...

Hoy, el "Síndrome de Peter Pan" se ha convertido en un término psiquiátrico utilizado para describir a un adulto que se preocupa por los compromisos, y se niega a actuar de acuerdo a su edad, para madurar. La responsabilidad es una palabra que duele para muchos jóvenes en estos días y la madurez parece un sinónimo de la tristeza que proporciona una prisión. Todo parece más ligero, más fácil cuando uno se refugia en el "País de Nunca Jamás", o cualquier otro lugar ficticio creado por nuestra mente.

No hay nada malo en querer mantener parte de ese niño que un día fuimos, en tener un alma soñadora, imaginativa y creativa. Sin embargo, el ver la vida como una responsabilidad seria, puede traer una gran cantidad de daños al Espíritu en su progreso.

¿Por qué tener miedo de la responsabilidad y del compromiso? Son las leyes de la naturaleza y se requieren cambios en la vida. Y la responsabilidad no tiene por qué ser vista como algo pesado, doloroso, que restringe nuestra libertad. Por el contrario: cuanto más responsables y hacedores de nuestros deberes seamos, más libres llegaremos a ser.

Ser responsable es llegar a ser capaces de responder por nuestras acciones y también poder justificar nuestras razones. Por lo tanto, es la Ley Natural. Eludir la responsabilidad es intentar escapar de las Leyes Divinas. Es como si nos atreviésemos a decir una mañana: <<Hoy no me veré influído por la fuerza de la gravedad.>>

No hay escape, si la rendición de cuentas no se genera en una existencia, por la Ley de Causa y Efecto, ese escape sólo será temporal, pues la responsabilidad se pospondrá para expiarlas junto con los nuevos compromisos adquiridos.

Debido a esto hay que preguntarles a todos los que quieren escapar de la Ley Divina: ¿De qué sirve huir? ¿Para qué posponer?

La vida adulta no tiene que ser enfrentada con pena, miedo y amargura. Nuestra parte de niño -no la que no quiere crecer, sino la que no quiere vivir amargada- siempre nos ayudará a ver los eventos por el lado bueno de las cosas. Traerá el humor sano, facilidad en las relaciones con los demás, un corazón abierto sin las manchas de los prejuicios, una sonrisa constante de gratitud por la oportunidad de vivir...

Podemos tomar de la simpatica figura de Peter Pan, la ligereza de sus vuelos y esa parte de niño que nos ayuda a no renunciar de los sueños deseados, intentando sacar la parte positiva de todas épocas de nuestra vida.

domingo, 22 de noviembre de 2015

"Considerando el Miedo"


"Ninguna cosa se te figure terrible.

 La vida son las experiencias victoriosas o no, que te enseñen adquisiciones para el equilibrio y la sabiduría.

No sufras, por tanto, por anticipación, no permitas que el fantasma del miedo te perturbe el discernimiento ante los cometidos útiles, o te asuste, generando perturbación y recelo injustificado.

Cuando tememos algo, nos dejamos dominar por fuerzas desconocidas de la personalidad, que instalan lamentables procesos de distonía nerviosa, avanzando para el desarreglo mental.

Los acontecimientos son conforme ocurren y como tal deben ser enfrentados: el miedo agranda los contornos de los hechos, volviéndolos falsos y exagerando el significado.

Predispone mal, desgasta las fuerzas y conduce la situación perjudicial bajo cualquier aspecto que se considere. 

Lo que se teme, raramente ocurre como se espera, incluso porque las interferencias Divinas siempre atenúan los dolores, hasta cuando no son solicitados.

El miedo invalida la acción benéfica de la oración, esparce pesimismo, precipita en abismos.

Un hecho examinado bajo la constricción del miedo, no se caracteriza, un concepto suena falso, un socorro no alcanza con seguridad.

La persona con miedo, arremete o huye, exagera o se exime de la iniciativa feliz, se vuelve difícil de ser ayudada y contamina, muchas veces, otras menos robustas en la convicción interna, desesperándolas, también.

El miedo puede ser comparado a la sombra que altera y dificulta la visión real.

Es necesario combatirlo sistemáticamente, continuamente.

Dolencias, problemas, noticias, viajes, revoluciones, el porvenir no los temas.

Nunca serán conforme supones.

Una actitud calma, ayuda la aceptación de posición para cualquier hecho aguardado o que surge inesperadamente.

No son peores unas enfermedades que otras. Todas hacen sufrir, especialmente cuando se las teme y no se hace valiente para recibirlas con elevada posición de confianza en Dios.

Los problemas constituyen recursos que la vida dispone para seleccionar los valores humanos, y elegir los verdaderos de los falsos luchadores.

Las noticias traen informes que, sean trágicos o benéficos, no modifican, sino, la estructura de una irrealidad que se va a vivir.

Los viajes tienen su final, y recelar accidentes, aguardándolos, exagerar cuidados, ciertamente no impiden que el hombre sea bien o mal exitoso.

Las revoluciones y guerras que alcanzan a buenos y malos, están en relación a la violencia del propio hombre que, vencido por el egoísmo, explota agresividad, gracias a los sentimientos predominantes en su naturaleza animal.

Nadie puede prever lo imprevisto o evadirse a la necesaria coyuntura cármica para el acierto con las leyes superiores de la evolución.

Prudencia, sí, es medida cautelosa e impostergable, para evitar daños innecesarios.

Al final, en base al miedo, se debe considerar que lo peor que puede suceder a alguien, es la venida de la desencarnación. Si eso ocurre, no hay, aun, porqué temer, ya que morir es vivir. 

El único cuidado que conviene examinar, es al respecto de la situación interior de cada uno delante de la conciencia, al prójimo, la vida y a Dios.

En base a eso, en vez del sistemático cultivo del miedo, una disposición de trabajo arduo y valiente, confianza en Dios, a fin de enfrentar bien y últimamente toda y cualquier cosa, hecho, circunstancias, desdicha... 

Entréguese al fervor del bien expulsa del alma las artimañas de la inferioridad espiritual. Haz luz íntima y los recelos fundados tocaran en retirada.

La responsabilidad te dará motivos para preocupaciones, en cuanto el miedo minimizará tus probabilidades de éxito.

Jesús, culminando la tarea de construir en los tibios corazones humanos la ventura y la paz, diligentes por las notoriedades de la locura en ambos lados de la vida, inocente y pulcro, no temió ni se afligió, enseñando cómo debe ser la actitud de todos nosotros, en relación a lo que nos ocurre y de que necesitamos para alcanzar la glorificación interior."


Libro: "Leyes Morales de la Vida"
Joanna de Ângelis & Divaldo P. Franco
Traducción: Isabel Porras

jueves, 12 de noviembre de 2015

"Levánte con Dios"



 En una oración popular antigua, enseñada a los niños para que sea orada antes de dormir, encontramos una expresión muy interesante:

        “Con Dios me acuesto, con Dios me levanto…

        He aquí algunas consideraciones importantes inspiradas en esta costumbre:

        “Con Dios me acuesto...

        ¡Qué anhelo importante para alguien que se prepara para el sueño!

        Una vez que al dormir, al adentrarse en el universo del sueño y de los sueños, nadie puede garantizar la calidad de este trance, la armonización con Dios se hace fundamental.

        Cada persona al desprenderse del cuerpo físico, pasa a mantener contacto con los más variados seres espirituales.

        Unos amigos, otros enemigos, innumerables comparsas de las reencarnaciones pasadas.

        Por eso, es primordial crearse el hábito saludable de orar antes de dormir, entregando la mente, los raciocinios y los sentimientos en las manos del Creador.

        Cuando alguien se adentra en el río del sueño no imagina con quien se encontrará.

        Eso nos ayuda a entender los sueños suaves, llenos de bellezas, repletos de alegrías, que llevan muchas personas a decir que no desearían despertar.

        Por otra parte, existen las conocidas pesadillas que son el resultado del contacto angustiante y perturbador con adversarios o enemigos, cobradores en diversas situaciones de las conductas de aquel que duerme.

        De esa manera, acostarse sintonizado con Dios se transforma en una actitud muy feliz, con el objetivo de liberarse de cualquier persecución sombría.

        “Con Dios me levanto...

        En realidad, se refiere al acto de despertar del sueño.

        Sin embargo, deseamos ir más allá sobre la idea acerca del sueño físico para alcanzar un sentido más amplio para esa expresión.

        Es fundamental que uno aprenda a levantarse con Dios en un mundo en que, por lo general, muchos individuos admiten que no es necesario reflexionar acerca de Dios.

        ¿Cuántas personas, caídas en la calle de la amargura, ruegan por la ayuda divina para erguirse de la dificultad en que se encuentran?

        Manos anónimas, manos amigas, benefactores humanos, socorristas encarnados, asistentes sociales, todo ese plantel de almas del bien representa la presencia de Dios junto a los hermanos que sufren.

        Tanto camino, tanto auxilio, tanto apoyo estimularán a aquel que sufre para que se levante y se levante con Dios.

        ¿Cuántos afrontan dramas económico-financieros, volviéndose deudores y morosos, marginados sociales, desacreditados, aunque sean honestos y conscientes de sus propios deberes?

        Esos compañeros ansían por el auxilio de amigos y de instituciones bancarias que les quiten la soga del cuello, que les ofrezcan algún oxígeno.

        Librándolos así de la sofocación en que se encuentran, para que se levanten y se levanten con Dios.

        Cualquiera que sea la caída humana, material o moral, la posibilidad de levantarse con Dios, con el apoyo del Mundo Superior, será siempre la mejor forma de levantarse en el Planeta. 

* * *

        La oración es una de las mejores formas de ponernos en sintonía con los amigos espirituales.

        He aquí un hábito muy saludable: entablar conversaciones constantes, donde quiera que estemos, con nuestro Espíritu Protector y con los Espíritus afines que nos acompañan diariamente.

        Manteniéndonos en sintonía con los buenos Espíritus a través de los pensamientos elevados, de alegría, gratitud y amor, lograremos oír sus inspiraciones y sacar de ellas lo mejor para nuestro bien.

        Contemos aun más con este recurso fabuloso que tenemos: la oración y nos sorprenderemos con los buenos resultados obtenidos.

Redacción del Momento Espírita
con base en el capítulo “Levanta-te com Deus”,
del libro “Em nome de Deus”, del Espíritu José Lopes Neto,
psicografiado por Raul Teixeira, ed. Fráter, Brasil.

viernes, 30 de octubre de 2015

Vampirismo espiritual



Cansancio, baja inmunidad a las enfermedades, falta de equilibrio y concentración, así como exceso de irritabilidad pueden ser indicios de una pérdida energética provocada por el vampirismo. Cuando la Doctrina Espirita se refiere a los vampiros, no habla de seres mitológicos con dientes agudos, adaptados para chupar la sangre de personas saludables; habla sí, de encarnados y desencarnados que, no respetando las leyes de Dios se llenan de sentimientos de venganza contra los enemigos del pasado, o incluso de sentimientos oportunistas y pasan a vivir a costa de la energía vital de otros. Hay también aquellos seres que aunque hayan dejado el cuerpo físico, continúan aun viviendo los placeres oscuros de la carne y de vicios como el tabaco y las drogas, así como los desórdenes de la bebida y del sexo, entre otros y que, por encontrarse imposibilitados de satisfacer sus placeres, inducen a otras personas a hacerlo, y entonces, captan los fluidos de ellas, sintiendo así los mismos placeres producidos por el acto.

2. – Espíritus vampirizadores

El término vampiro es usado análogamente para definir el acto del espíritu que chupa intencionalmente las energías de otro, en alusión a la figura mítica de Drácula que hipnotizaba a sus víctimas y les chupaba la sangre hasta la muerte. En el mundo espiritual se encuentran figuras distintas de este ser, pero que actúan de forma muy parecida con las artimañas del conocido ser de las tinieblas del folclore. Hay espíritus que chupan las energías sutiles de los seres de los que son huéspedes al punto de causarles serios daños a la salud física y psicológica, pues, además de debilitar las fuerzas, les envuelven en formas mentales groseras, que los martirizan mentalmente, llevándolos, a veces, a casos de locura. André Luiz llamó a este proceso infección fluídica, al ser tan grave el daño causado a la víctima.

3. – Seres alienados

Al desencarnar, el hombre lleva consigo todos sus vicios y necesidades. Dependiendo de su nueva situación en el mundo de los espíritus y, principalmente de la región que habita, es muy común que sienta las mismas necesidades que tenía cuando encarnado. Como no tiene medios para disfrutar de los placeres de la vida corpórea, y sin condiciones de suprimir esta necesidad en su nueva condición en la erraticidad, él busca apoyo en aquellos encarnados que pueden ofrecerle formas para la satisfacción de estas voluntades. Tenemos ahí al ser que absorbe las fuerzas vitales, que se aproxima a un encarnado que tiene las mismas necesidades que las suyas, induciéndolo a la práctica excesiva de los vicios que tienen en común. Podemos citar a los viciados en el campo sexual, en las drogas, en el juego y hasta en las prácticas más comunes del día a día, pero que en exceso, ofrecen serios perjuicios, como el caso de la alimentación, como muestran las enseñanzas del espíritu André Luiz en los libros de la Colección "La Vida en el Mundo Espiritual" (Feb-Mensaje Fraternal).
Los encarnados que se alimentan y beben en exceso, lo hacen por sí y por otros espíritus, y cuando practican comportamientos sexuales viciosos, exponen su vida íntima y privada a una serie de experiencias en el campo sexual.

4. – Los monstruos

Narra la literatura espírita que, en el plano espiritual, hay entidades que por su ignorancia y atraso moral, además de subyugar a sus víctimas encarnadas e incluso desencarnadas, mantienen, por la llamada ideoplastía, su periespíritu en formas monstruosas. Se sienten bien siendo temidos y reconocidos por la manera como se presentan y normalmente actúan en bandos, buscando intimidar a otros espíritus que encuentran a su paso. Ambientes terrenales donde impera el vicio y la inmoralidad son derroteros preferidos de estos espíritus, pues encuentran allá por afinidad a sus presas con mayor facilidad. Según el Espíritu Miramez por la psicografía de João Nunes Maia, en la serie de libros que trata de la "Vida espiritual" (Editora "Fuente Viva"), así como por los libros de André Luiz, los mataderos de animales están repletos de estas entidades que chupan la energía del animal abatido, saciando sus feroces instintos con los fluidos de la presa. Velatorios y cementerios cuyos entierros no cuentan con la protección fluídica de la oración y la presencia de espíritus nobles, pueden también ser vulnerables a la presencia de estas entidades, que se aprovechan para recoger los resquicios de fluidos vitales de los recién desencarnados.

5. – Víctimas del odio

Espíritus que mantuvieron desavenencias mientras estuvieron encarnados, también en el plano espiritual, continúan nutriendo el mismo odio por sus enemigos. Sintiéndose con ventaja, traban una fuerte persecución a sus desafectos, aproximándose a ellos y, muchas veces, induciéndolos a tomar actitudes que los perjudiquen como la práctica de vicios, o exceso físico, aparte de la esclavitud psíquica. Los Centros Espíritas tienen por función ser abrigos al viajero que toca la puerta en busca del auxilio para los males del cuerpo físico o del alma. Entre los males del alma, es en la Casa Espirita que aquel que, sintiendo la presión del cobro de una entidad espiritual vengativa, encuentra la protección y el entendimiento necesario para el rescate de esa deuda kármica. En reunión mediúmnica privada, a este espíritu se le recordarán las palabras del Nazareno que enseñó a perdonar el mal que nos hacen, y que esta deuda kármica será cancelada con la moneda de la acción caritativa a favor de alguien y sin espera de recompensas que no sea otra sino la de la alegría en la práctica del bien.

Cubierto por una psico-esfera de amor y oración, este cobrador del más allá se sentirá envuelto por sentimientos de paz y bondad que lo estimularán a desistir del intento de venganza y a comprender que el perdón libera a quien perdona y no a quien es perdonado.

6.- Vampiros encarnados

No podemos dejar de hablar de la obsesión de los encarnados por los desencarnados. Es lo que acontece debido al apego a los seres queridos. Al desencarnar, el hombre pasa a habitar un mundo desconocido del plano físico, pero hay lazos afectivos que no se rompen. El pensamiento de aquel que se queda aquí atraviesa las barreras físicas, llegando al alma de aquel que está al otro lado de la existencia. Si el pensamiento del encarnado fuese de inconformidad y de desesperación, esto podrá causar desequilibrios al desencarnado que podrá sentir la necesidad de volver a vivir junto a sus seres queridos; e infelizmente es esta la actitud que muchos toman al oír los incesantes llamados de sus seres queridos encarnados. Mas la presencia del espíritu normalmente se torna un problema, pues él pasa a dividir el espacio con los encarnados y a retirar de ellos, incluso involuntariamente, sus fluidos vitales, y, por la vinculación psíquica, pueden pasar su inseguridad emocional. Así ambos, encarnados y desencarnados, son perjudicados. Existe también un ejercicio irresponsable de la mediumnidad, cuando determinados espíritus que son prácticamente esclavizados por médiums que los usan para la satisfacción de su vanidad medianímica, como enseña André Luiz en el libro "En los dominios de la mediumnidad":

“Algunos desencarnados son más vampirizados que vampirizadores. Fascinados por las solicitudes de los médiums que prestigian su obra infeliz, siguen sus pasos, como aprendices en busca de mentores a los cuales se consagran”. Habla también del futuro de estos hermanos envueltos en un proceso de simbiosis mental: “En la hipótesis de que no se reajusten en el bien, tan pronto desencarnen el dirigente de este grupo y los instrumentos medianímicos que copian sus actitudes, serán sorprendidos por las entidades que esclavizaron, reclamándoles orientación y socorro”.

7. – Protección

La forma de huir de esta influencia es seguir las orientaciones de la Espiritualidad que recomienda la vigilancia y el cambio de hábitos. Nadie puede forzarnos a hacer aquello que no deseamos siempre que tengamos fuerzas para resistir, conforme enseña el añorado escritor Herculano Pires: “Viviendo en el plano extra físico, los vampiros actúan sobre nosotros por inducción mental y afectiva. Nos inducen a hacer lo que desean y que no pueden hacer por sí mismos. Cuanto más los obedezcamos, más sumisos nos tornamos”. Es preciso tener fuerza para ignorar y resistir a las malas orientaciones, perdonar a sus enemigos. Además de mejorar su condición espiritual, usted aun invita a sus obsesores a seguir sus pasos en dirección al bien.

Leandro Martins

Anuario Espirita 2015